OSCAR DE LA HOYA dio sus primeros pasos en el profesionalismo de la mano de Bob Arum y no sólo eso, ya que ambos transitaron un largo camino pavimentado de victorias ante apellidos ilustres, bolsas millonarias y tremendos negocios. Luego, cuando De La Hoya sintió que había crecido lo suficiente, emprendió vuelo solo. Y en un mundo de alianzas y traiciones, con valijas de dinero de regalo para Manny Pacquiao, por ejemplo, Oscar y Bob terminaron no sólo enfrentados sino también con juicios y declaraciones de guerra mutua. Manny Pacquiao, quien a pesar de todo sigue junto a Bob es uno de los más preciados trofeos, dicho con respeto; pero Manny solo es apenas una parte de la gran torta, si tenemos en cuenta que también está Floyd Mayweather, hombre de Golden Boy Promotions.
Oscar se internó por un problema de adicciones y dijo públicamente que le pedía disculpas a Bob. Eso comenzó a allanar el camino, ya que como se sabe, la negociación ante el bien común es imprescindible. Y el bien común es, en este caso, grandes negocios, porque, si los boxeadores de cada uno no pelean entre sí, no hay interés y si no hay interés, la gente no paga el pay per view y si la gente no paga el pay per view, el boxeo entra en picada.
Bueno, la hacemos corta: se montará para el 10 de septiembre, en Atlantic City, la pelea entre Yuriorkis Gamboa, boxeador de Top Rank, y Daniel Ponce de León, uno de los favoritos de Golden Boy. Pelea que, no hace falta decirlo, es muy atractiva, pero que además puede ser el primer eslabón de una alianza que renace luego de una reunión entre Bob Arum y Richard Schaefer, hombre fuerte de Golden Boy.
Mientras Floyd Mayweather sea hombre de Golden Boy y Manny Pacquiao sea conducido por Bob Arum, solamente una alianza entre promotores hará posible la pelea.
Y como esa pelea es la que todo el mundo espera, y es un gran negocio, seguramente ambos depondrán viejos rencores. Y nos parece bárbaro, porque el boxeo necesita de una gran pelea. En lugar de pelearse entre ellos, se unen y emprenden negocios importantes. A veces, sentimos que estaría bueno que en nuestro boxeo pasara algo similar, en lugar de estar todos peleados con todos.
Claro que, se entiende, somos unos idealistas.