Paul Williams se suma a una trágica lista |
Será porque son ángeles caídos, espíritus torturados, que llegan al boxeo con más hambre de cariño que de comida, porque son seres que buscan inmolarse quien sabe a raíz de cuántas carencias. La mayoría ha crecido en hogares humildes, si, pero en muchos casos, faltantes también de amor, de reconocimiento, de respeto. "Lo que yo quiero es respeto", dice el Gatica de celuloide. La misma frase que se cansó de repetir Mike Tyson. Eligen una actividad que va a fondo, sin filtros, sin cinturones de seguridad: el boxeo. "Bonavena quemó la vela por los dos lados", nos dijo una vez un boxeador y quizás sea así, ese vértigo de vivir cada segundo como el último, esa pasión por la adrenalina, la velocidad, el riesgo y el peligro. "A mi me gusta vivir la vida al mango, como cuando sos acompañante de un conductor y tratás de manejar vos, y sentís una tormenta en el estómago", nos dijo Juan Coggi quien, como Jorge Castro, como Hugo Corro, como Víctor Galíndez o como Omar Narváez, sienten pasión por los fierros y la velocidad. Una vez, en la casa de Walter Crücce, éste nos mostró su gran secreto y su joya escondida: una moto. "Por contrato no puedo subirme pero es más fuerte que yo", nos dijo, cuando era la estrellita de América.
La lista es larga y abarca nombres de otros tiempos y actuales, como Chico Corrales, Jack Johnson, Sal Sánchez, Alfredo Horacio Cabral, Víctor Galíndez, Gilberto Román y tantos otros. No todos los casos han sido similares, que se entienda bien, pero hay un hilo conductor que es boxeo-tragedia, que ha modificado tristemente tantas vidas. Justo en este fin de semana, cuando en "Ring Side en el Aire" evocamos a Uby Sacco a través de uno de sus grandes rivales, Hugo Alfredo "Popeye" Luero. Justo este fin de semana, cuando de pronto, una vez más, la triste leyenda del boxeo y la tragedia volvió a tomar forma y cuerpo.
Una vez más...
C. I.