Con Tito Lectoure en su esquina, y con el aliento de Víctor Galíndez y Hugo Corro (quien luego también se iba a consagrar campeón mundial), Castellini logró el objetivo.
No es éste el momento de tirar fechas, datos y más fechas, sino de evocar a un hombre que, por aquellos años, era todo un fenómeno de atracción para el ring side del Luna Park. Pegaba como una mula, tenía a veces quedos importantes, pero era sólido como una roca.
Aquella noche el referí fue, ni más ni menos, que el "hombre cábala" del boxeo argentino, el sudafricano Stanley Christoudoulou.
El reinado de Castellini fue breve, pero quedó en pie la imagen de un hombre apasionado por el boxeo. Hoy sigue firme en su gimnasio de la calle Juan Domingo Perón entre la avenida Callao y Río Bamba, una especie de "boutique-salón de arte", puesto que, además del boxeo para los alumnos, hay unos 400 cuadros dedicados al Noble Arte. Hay fotos, pinturas y tapas de revistas -incluyendo, claro Ring Side- que hablan de su amor por esta actividad.
Por eso queríamos saludarte, Miguel, a través de esta fecha y por la amistad de tantos años...
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