OLVIDENSE de los números, la data pelea por pelea y los porcentajes de pay-per-view. Al menos, por un momento. Dejemos los datos para aquellos que no solamente gustan de ellos, sino también que los utilizan a la perfección.
Por un momento, pensemos en esto: ¿Manny Pacquiao es, como lo ven algunos, solamente una máquina de pelear? No, para nada, la respuesta es más que sencilla. Ultimamente se ha enfrascado en la lectura de la Biblia, siente que ya no es divertido andar con gallos de riña, y que hasta es difícil hacerle daño a sus rivales.
Estos no son temas frívolos, sino muy profundos.
Habría que agregar otros que también lo tienen atareado: estudiar piano, dedicarse a la política, jugar al básquet con sus amigos, y hasta andar haciendo algún equilibrio con la Impositiva de su país, sin descuidar, claro, el lanzamiento de su ropa deportiva y, dato que no deja de ser menor, su pasión por el canto. ¿Y el boxeo? Claro, es cierto: todo esto que tiene hoy Manny -autos lujosos, aviones privados, poder cantar en público y que le digan que lo hace muy bien, cambiarse el jopo y que lo feliciten- lo ha logrado machacando huesos, lastimando rivales, pegándole a sus oponentes. Nada personal, se entiende, pero eso sí, lo ha logrado porque es, ante todo y por sobre todas las cosas, un boxeador.
La Mole Moli triunfa en las tablas porque lo llamaron gracias a su condición de boxeador, como lo hará pronto Maravilla Martínez en Bailando por un Sueño.
Dicen los muchachos de Las Vegas, que ya no hay tanta electricidad en los pasillos del MGM para verlo, tal vez por todo esto, o tal vez porque en su última pelea no fue el rayo electrizante de siempre. Puede ser. De la misma manera en que uno imagina que Timothy Bradley estará pensando solamente en ganar, en dar el gran batacazo de los últimos tiempos y ocupar el lugar que hoy es de Manny, ya que, como decía Monzón, "Cada rival viene a sacarme el pan de mis hijos".
¿Tendrá Bradley ese hambre extraordinario de gloria como para ganarle a Manny?
¿Estará ya un poco saturado de todo Manny Pacquiao, o será todo producto de la promoción?
El sábado a la noche, veremos qué ocurre, pero algo queda en claro -bueno, al menos, nos queda a nosotros, que no somos justamente dueños de la verdad-, y es que este Pacquiao ya no es el de antes. Y eso, se entiende, pasa siempre, en todos los órdenes de la vida. Manny no tendría por qué ser una excepción.
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